PEDRO I. 2 maravedís. Carmona. Leyenda en anv. y rev.: +PETRVS: REX: CASTELLE: ELEGIONIS. 1,85g. III-390. MBC+/EBC-. Muy rara. Excepcionales piezas que nos muestran el conflicto fratricida entre Pedro I y su medio hermano Enrique II, en especial a partir de 1366. Por un lado nos indican las dificultades económicas del rey, que le llevan a acuñar monedas de baja ley a la que asigna un alto valor circulante, similar a las buenas monedas de plata gruesa, recordemos que el real de plata había nacido en 1351 con un valor de tres maravedís. Estas nuevas acuñaciones fueron analizadas por Joan Pluer, el responsable de las acuñaciones del rey de Aragón, e hizo un detallado informe (10 de agosto de 1369) de su composición (ley y talla). Estas piezas tenían como tipología las armas de la Corona, el castillo en anverso y el león en reverso, rodeados de orla polilobulada, pero estas son totalmente distintas y con un peso algo inferior. Su tipología tiene las leyendas tradicionales duplicadas en anverso y reverso, y como tipo de reverso tenemos en la pieza de mayor valor el tradicional cuartelado de castillos y leones dentro de orla mixta, y en la menor muestra únicamente el castillo dentro de la misma orla. La novedad son los anversos, nunca vistos antes ni después en la moneda medieval castellana, que muestran dentro de este modelo de orla un sol o más bien un lucero bajo corona real, que es el emblema principal de la ciudad andaluza de Carmona (cuyo origen se encuentra en época de Fernando III). Este lugar fue siempre fiel a Pedro I, y en su alcázar, reformado por el monarca y convertido en una de sus residencias favoritas, guardó su tesoro durante la última fase del conflicto, y tras el asesinato del rey allí se refugiaron destacados petristas, dirigidos por el maestre de Calatrava y mayordomo mayor del rey, Martín López de Córdoba. Por ello Enrique II ordenó sitiar la ciudad hasta conquistarla (10 de mayo de 1371), y luego demoler su alcázar y ejecutar a los líderes de su defensa, incumpliendo el pacto de rendición de la plaza. Con estos antecedentes parece muy probable que estas piezas se acuñaran al final del reinado de Pedro I o incluso después de su muerte, por lo cual se coloca en una de sus caras el emblema de la localidad, en cuyos sellos medievales tiene la forma de un lucero de ocho puntas en cuyo centro aparece una imagen de una cabeza femenina, que ahora se coloca bajo la corona real, mostrando así el símbolo de la resistencia y legitimidad de los partidarios de Pedro, mientras en la otra cara aparecen las armas reales.
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